domingo, 8 de enero de 2012

Gastronomía Checa

Confit de Pato con 'Knedlíky'

  • 5 Muslos de pato
  • ½ gr. de Comino
  • sal
  • 100 gr. de papas
  • 100 gr. de harina
  • 250 gr. de col blanca
  • vinagre
  • 25 gr. de azúcar
  • 100 gr. de manzana
  • 100 gr. de grasa de pato
  • 50 gr. de cebolla
  • 1 hoja de laurel
  • 1 huevo
  • vino blanco
Limpiamos los muslos del pato y salamos. Derretimos la grasa del pato, añadimos comino y laurel.
Introducimos en los muslos la grasa de pato, horneamos 2 horas a temperatura de 70ºC. El secreto de este plato es que se cocina largo tiempo en su propia grasa.
Sacamos los muslos, les quitamos los huesos y los dejamos enfriar. Antes de servirlo, tostamos el pato al grill para que esté crujiente.
Preparación de los 'knedlíky'
Son unos buñuelos típicos en la cocina checa, cocemos las papas con piel y, después de enfriar, las pelamos y rallamos. Añadimos huevo, harina, sal, y amasamos hasta obtener una masa homogénea. Moldeamos como pelotas de golf, cocemos 10 minutos en agua salada y servimos. Se pueden presentar cortándolos rebanadas o enteras.

El chucrut cortado. 

Rehogamos la cebolla picada en aceite, añadimos azúcar para caramelizarla. Vamos añadiendo la col, un poco de vinagre, sal y vino, rehogamos hasta que el conjunto esté tierno. Rallamos manzana, rehogar unos minutos.

Historia de la Gastronomía Checa

La cocina checa fue influenciada por su origen celta y eslavo. La cocina checa recibía influencias, abriéndose a todo lo nuevo.

A estos descubrimientos naturales se fueron añadiendo conocimientos adquiridos, como los sistemas de embalsamamiento de cadáveres por parte de los egipcios o la teoría griega de los cuatro elementos.

Además de técnicas -como la metalurgia, nacida en oriente- que animaron aún más a investigar el misterio de la transformación, surgiendo una especie de arte secreto al que se llamó “Alquimia” y cuyo objetivo era la conversión en oro de sencillos metales sin ningún valor aparente y, por añadidura, la búsqueda del preciado “secreto de la vida eterna”.

En el siglo XVI, el emperador del Sacro Imperio Románico Germánico Rodolfo II, convencido seguidor de estas teorías, instaló a un grupo de alquimistas –que naturalmente trabajaban para él– en unas pequeñísimas casas adosadas al muro de su castillo, unas edificaciones que anteriormente habían acogido a la guardia de su castillo en Praga.

Cuando pasado un considerable número de años, de trabajos inútiles y nada rentables para el emperador y ninguno de ellos logró la más mínima conversión de ninguno de estos elementos en algo de valor, el callejón pasó a ser ocupado por los que realmente sí que manejaban el oro: los orfebres. De ahí que en nuestros días, esta pequeña calle de Praga reciba también el nombre de “El callejón del oro”.

La casa de Kafka

En la actualidad, las originales casitas de diversos colores están dedicadas a pequeños negocios, diminutas tiendas principalmente de artesanía, ropa y regalos, que hacen las delicias de los turistas.

La más famosa y buscada por los visitantes de la ciudad es la casa número 22, en la que vivió el famoso escritor Franz Kafka junto con su hermano durante dos años y que ahora aloja una tienda de libros especializada en el conocido autor checo.

Durante su estancia, Kafka describió la estancia como “tan pequeña, tan sucia, tan inhabitable, con todos los defectos posibles…pero la vida allí es algo tan especial, implica tener casa propia, cerrada al mundo, salir por la puerta directamente a la nieve de la silenciosa callejuela”.

En aquel cuartito de 15 metros cuadrados con un altillo, Kafka escribió la mayor parte de su libro Un médico rural, que publicó sin mucho éxito en 1920 y que un crítico de la época catalogó como “una prueba contra el público”.

LA ULTIMA CENA

LEONARDO DA VINCI
http://www.haltadefinizione.com/it/gallery/leonardo-da-vinci-ultima-cena.html